Una explicación de moda para el lleno de restaurantes, conciertos o eventos deportivos es el empuje de sectores informales de altos ingresos. Qué pasa en realidad.
“Es una conjetura sin evidencia”, coinciden en señalar los economistas consultados por Página 12 sobre el fenómeno de “economía barrani” que denota la existencia de un sector informal de altos ingresos en la economía. Este fenómeno no captado por las estadísticas permitiría entender cierta inconsistencia entre las cifras del mercado de trabajo, en particular una dinámica del salario real que no logra recuperar la pérdida sufrida durante los años del macrismo, y una situación de bonanza económica en algunos sectores de la actividad (como restaurantes, turismo, eventos culturales y deportivos, etc.).
Esa “informalidad próspera” tiene poca relevancia en el entorno de la economía en negro pese a que “es cierto que la idea originaria de la informalidad se ha ido modificando con el paso del tiempo, y en la actualidad también se incluye a trabajadores del sector formal que operan en condiciones de no registro”, sostiene el economista y especialista en temas laborales David Trajtemberg.
La idea de economía barrani supone que es el trabajador quien decide emplearse o no bajo la informalidad y “si bien puede existir un sector de mano de obra calificada con altos ingresos que evade la regulación estatal (impositiva, laboral, etc.), no hay evidencia que constituya un segmento significativo del mercado de trabajo”, agrega, y “encuestas que se hicieron en Argentina mostraron que la gran mayoría de los trabajadores que integran el sector informal no tienen la capacidad o el poder suficiente para decidir si quieren trabajar o no en condiciones de no registro”.
Asimismo no corresponde aventurarse puesto que “los restaurantes estén llenos no significa que el gasto allí haya aumentado, si se compara la expansión de ese rubro en el EMAE fue del 9 por ciento interanual en febrero de 2023 versus 35 por ciento en igual período del año anterior”, advierte Fabián Amico de la Umet, quien también reconoce que “hay un sector informal de altos ingresos pero no es tan importante como para cambiar las tendencias macroeconómicas”, por ejemplo: “hay una desaceleración del consumo en supermercados –que es representativo del gasto de las clases medias- que sí acompaña la caída de los salarios reales”. Por otro lado, Amico subraya un “menor crecimiento del consumo agregado a fines de 2022 que creció 5,1 por ciento en el último trimestre contra 10 por ciento en igual período de 2022.”
Las estadísticas agregadas de Cuentas Nacionales son más fidedignas pues captan el funcionamiento de toda la economía –formal e informal– mientras que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) con la que se miden los ingresos y también el empleo informal tiene problemas para captar ingresos no laborales como rentas, alquileres, dividendos. Hay una subcaptación de ingresos pero no del gasto en consumo, como también muestra el especialista Juan Graña muestra en un informado hilo de Twitter.
La hipótesis de que “estamos mejor de lo que pensamos porque no estamos captando bien” va perdiendo adeptos. La idea de que el cuentapropismo es pequeño dentro de los informales y el próspero es más pequeño aún tiene relevancia empírica.
¿Menos pobres?
“En la cantidad de empleo ciertamente parece captarse un aumento en la actividad pero podés tener cierta anomalía al comparar el segundo semestre de 2022 con el de 2021, donde la economía creció algo menos (3,9 por ciento) y la pobreza aumentó (de 37,3 a 39,2 por ciento)”, dice Leo Tornarolli, economista e investigador del CEDLAS-UNLP. “En la EPH todo ese incremento en la pobreza esta explicado por la caída en el ingreso de los hogares entre esos semestres”, continua. “Si la actividad crecía pero no los ingresos eso puede mostrar o bien una deficiencia en las estadísticas (que no sería correcta puesto que mide exclusivamente ingresos laborales) o bien un incremento de los ingresos de capital (pero hay alguna evidencia de que eso no estaría ocurriendo)”, sostiene el economista.
“Un caso semejante de crecimiento con aumento de la pobreza y enriquecimiento del capital vía incrementos de productividad se vivió durante el denominado ‘milagro brasileño’ de las décadas del 60’ y 70’ y durante buena parte del crecimiento chino que entre 1980 y 2010 se caracterizó por un empeoramiento de la distribución del ingreso”, agrega Fabián Amico.
De la idea de que podrían estar creciendo los ingresos laborales y eso no se capta en la EPH surge el concepto de barrani. “En la economía informal tenés dos grupos de gente: unos completamente fuera del sistema que reciben todos sus ingresos por vía informal y otros formales que no recibe todos sus ingresos en blanco sino que subdeclaran/esconden una parte”, agrega Tornarolli. “Esos no son trabajadores de bajos ingresos y la pobreza es más bien baja entre ellos”, continua, “de modo que una mejor captación de ellos no implicaría menor pobreza, sino mayor desigualdad”.
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