Tres sindicatos iban a estar presentes en la reunión convocada por el secretario de Trabajo, pero finalmente fue uno solo. Cómo influye la interna cegetista en la relación con el Gobierno. La presencia de Camioneros en un encuentro con el jefe de Gabinete
Los carteles impresos con sus nombres revelaban que su presencia había sido confirmada este miércoles en la mesa del diálogo social que impulsa el Gobierno: “Marta Pujadas, UOCRA” y “Federico West Ocampo, FATSA”. Eran los nombres de los abogados que dos de los más importantes sindicatos de la CGT iban a aportar al debut del diálogo tripartito, pero finalmente sus lugares quedaron vacíos. Por el gremialismo sólo fue Alberto Tomassone, el histórico abogado de Armando Cavalieri en la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS)
¿Por qué Gerardo Martínez y Héctor Daer, los líderes de dos de los gremios más importantes de la CGT, amagaron con participar del primer encuentro del diálogo a través de sus expertos legales y y luego dieron marcha atrás? El secretario de Trabajo, Julio Cordero, fue el primer sorprendido porque los propios jefes sindicales le habían ratificado la participación de sus abogados para conformar una mesa técnica que consensuará la reglamentación de la reforma laboral incluida en la Ley Bases.
El faltazo de la UOCRA y Sanidad, interpretan en el Gobierno, obedece una vez más a la feroz interna de la CGT: ¿cómo iban a explicar que había abogados de sindicatos cegetistas en esa reunión citada por Cordero cuando hacía apenas una semana la misma central obrera había resuelto no ir a esa convocatoria? El problema, según creen los funcionarios libertarios, es que la noticia sobre la presencia de los 3 abogados sindicales apareció en los medios este miércoles por la mañana y generó tensiones adicionales entre los gremialistas que hubieran llevado a la CGT a un estado de virtual ruptura.
Aun así, Cavalieri mantuvo la decisión de que al diálogo social estrenado en la Secretaría de Trabajo concurriera Tomassone, en otro gesto de diferenciación de sus colegas que acentúa su soledad dentro de la CGT. En el fondo, quiere escapar de la dinámica intransigente que propone Pablo Moyano y dar señales al Gobierno de que está dispuesto a negociar, la impronta que signó su trayectoria.
“El Gitano”, como se lo conoce al líder de Comercio, se alejó de sus pares de la CGT a partir del 27 de diciembre pasado, en que se reunió con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y Omar Yasín, por entonces secretario de Trabajo, y posó para una foto que causó malestar en el resto de la dirigencia cegetista, que en esos días estaba en plena ofensiva contra el DNU 70. En ese encuentro, Cavalieri le confirmó a Pettovello y Yasín que adheriría a la nueva indemnización basada en el modelo del Fondo de Cese Laboral de la UOCRA, incluida en el DNU, y logró la promesa de que se corregiría el límite a las cuotas solidarias que impulsaba el Gobierno y que atentaba contra la caja sindical.
Desde entonces, Cavalieri no fue más a las reuniones de la CGT y su reaparición, no casualmente, se produjo hace dos semanas como parte de la delegación cegetista que se reunió con Cordero. El jefe de Comercio rompió de hecho su alianza con Héctor Daer: eran las dos caras más visibles del sector de “los Gordos” (que por Sanidad integraba Carlos West Ocampo, su viejo líder), luego de la muerte de José Rodríguez (SMATA) y Oscar Lescano (Luz y Fuerza). Hoy, cada uno se maneja con autonomía.
La confirmación y posterior ausencia de los abogados sindicales representa el dilema que afronta la CGT en su relación con la Casa Rosada. Hace 20 días, la mesa chica cegetista decidió pedir una audiencia a Cordero para planear sus reclamos. La primera reunión oficial entre ambos se hizo una semana después y allí se acordó armar una mesa técnica, integrada por el Gobierno, la CGT y el empresariado, para unificar criterios sobre la reglamentación de la reforma laboral, incluso con la promesa de Cordero de atenuar los efectos de algunos artículos que preocupan al sindicalismo.
La paz duró apenas 9 días: sorpresivamente, el Consejo Directivo de la CGT decidió la semana pasada no ir al diálogo social previsto para este miércoles, entre duras críticas de Héctor Daer, uno de sus cotitulares, porque “el Gobierno no ha dado una respuesta positiva a dos temas que para nosotros eran fundamentales”, planteadas a Cordero, que fueron el reclamo por la suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias y el pedido de que el Poder Ejecutivo retire la apelación ante la Corte Suprema contra la suspensión del capítulo laboral del DNU 70.
Acrecentó el malestar, además, la publicación en el Boletín Oficial de la reglamentación de un artículo de la Ley Bases, rechazado por la CGT, que crea la figura del trabajador independiente que puede tener hasta 3 colaboradores a cargo para un emprendimiento productivo. Cordero les había anticipado a los dirigentes gremiales su voluntad de aclarar ese artículo al reglamentar la Ley Bases, tomando en cuenta las observaciones que le hizo llegar un sindicato líder, pero no sirvió para calmar a la CGT.
Es cierto que los líderes cegetistas ya no le reclamaban tanto al Gobierno como muestra de buena voluntad para sumarse al diálogo social y pareció, además, que Cordero no consiguió el suficiente apoyo dentro del gabinete para producir algún gesto dirigido a congraciarse con el sindicalismo.
La sensación térmica en la CGT es que volvieron a ganar los duros comandados por Pablo Moyano y los sindicalistas K, aunque los dialoguistas, con menos consenso interno, no quieren cerrar las puertas a alguna negociación con la Casa Rosada: después de todo, los dirigentes de “los Gordos” y los independientes, con predominio en la conducción cegetista, llevan marcada en su adn la negociación permanente con todos los gobiernos de cualquier signo político.
Después de todo, si la CGT quiere tener garantías de una reglamentación “amigable” de la reforma laboral es un error político no aprovechar una instancia abierta por el Gobierno para consensuar esos cambios junto con los empresarios. Por eso siguen los contactos de algunos jefes dialoguistas con Cordero, e incluso con Francos y el asesor estrella del Presidente, Santiago Caputo. Desde allí se diseña una salida a esta encerrona que podría cristalizarse la semana próxima. Que el faltazo de los abogados de UOCRA y Sanidad fue parte de una escenificación lo confirmaría el hecho de que Tomassone, cuando salió de Trabajo, se habría reunido con sus colegas que no fueron al diálogo social (todos se desempeñan también como asesores legales de la CGT) para evaluar lo conversado.
En el camino hacia una posible reconciliación quedan datos sugestivos que grafican los vaivenes de la relación entre el Gobierno y la CGT. Francos, el jefe de Gabinete, recibió este martes a los dirigentes de la Confederación Argentina de Trabajadores y Empleados de los Hidrocarburos, Energía, Combustibles, Derivados y Afines (CATHEDA), liderados por Guillermo Moser (Luz y Fuerza), para hablar sobre la problemática del sector. En la delegación sindical estuvo Rodrigo Condori, secretario de Coordinación de Asuntos Jurídicos del Sindicato de Camioneros, es decir, de la misma organización que hace guiños al Gobierno desde Hugo Moyano y se pelea a través de su hijo Pablo.
Esa misma pulsión a negociar y enfrentarse casi en forma simultánea quedó al desnudo con el faltazo de la CGT al diálogo social, el símbolo de los dilemas de un sindicalismo fracturado y sin estrategia.
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