La CGT quiere creer que puede poner en jaque a la oposición y relanzar –como única salida posible– el clásico plan económico del peronismo en medio de una crisis económica agravada por un gobierno peronista. No es más que otra señal de impotencia.
Esta fue su manera de expresar diplomáticamente su reposicionamiento en la interna peronista: tomó distancia del presidente Alberto Fernández, al mismo tiempo que comenzó a definir su probable aproximación a Sergio Massa.
A propósito, pocas horas después de que se difundiera el documento de la CGT, Fernández desistió de una nueva candidatura.
Ahora resta definir las características del acto público del 2 de mayo en el que Massa podría ser el orador principal.
“El contexto económico y social es de tal gravedad que no permite especulaciones personalistas ni sectoriales; sólo a través de la instrumentación de consensos mayoritarios con base en un conjunto de políticas de Estado orientadas a poner en marcha las potencialidades productivas con las que cuenta nuestro país, es que saldremos de la actual crisis”, advierte el documento.
Una protesta simbólica ante el peronismo, ya que resulta inimaginable que convocaran a un paro contra el oficialismo.
Como la CGT no tiene entidad para convocar a un consenso político sobre el plan económico que el país necesita para enfrentar la crisis, esas palabras tratan de expresar dos cosas.
En primer término, que Fernández debiera abrir su gobierno de inmediato al resto de los sectores del Frente de Todos y, en especial, a los dirigentes sindicales, para que entre todos elaboren un plan de emergencia que proteja al único candidato viable que podría quedarle al peronismo: Massa. Equivale a decir que los malos resultados económicos no son responsabilidad del ministro sino del Presidente, que debiera asumir todo el costo político.
En segundo término, la CGT trata de condicionar desde ya a la oposición, a la que hasta hace poco amenazaba con resistirle cualquier tipo de reforma con medidas de fuerza, como advirtió reiteradas veces el camionero Pablo Moyano, idea que complementó un par de días después el secretario gremial del Smata al proponer “prenderles fuego” a los empresarios y políticos que se reunieron en el Foro Llao Llao.
¿A qué tipo de acuerdo estratégico, “dentro de un modelo de crecimiento sostenido e inclusivo”, podrían llegar oficialismo y oposición en medio de una campaña electoral?
Porque eso es lo que hoy propone la CGT y que enumera los puntos clave de ese programa; entre otros: reducir la inflación; defender el aparato productivo nacional; fortalecer los sistemas de salud y de seguridad social; recuperar la independencia económica para evitar que nuestras decisiones soberanas no sufran los condicionamientos de metas y de intereses ajenos a la Nación; demandar un mayor compromiso de responsabilidad social empresaria en los sectores formadores de precios, y reconstruir un Estado promotor del desarrollo.
La CGT quiere creer que puede poner en jaque a la oposición y relanzar –como única salida posible– el clásico plan económico del peronismo en medio de una crisis económica agravada por un gobierno peronista. No es más que otra señal de impotencia.
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