Autoridades de diversas provincias alzaron su preocupación por el rumbo económico del país y destacaron la importancia de la industria, en el Congreso Productivo para el Desarrollo realizado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
Augusto Costa, ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, enfatizó que «la pérdida de capacidades industriales es una pérdida de oportunidades de vida para millones». Subrayó que la provincia, responsable del 50% del valor agregado industrial del país, es la más golpeada por la apreciación cambiaria, la liberalización de las importaciones, el modelo económico que atenta contra el mercado interno y la pérdida de poder adquisitivo. Costa reveló que, en un año, se destruyó 10% del valor agregado industrial bonaerense y se vieron afectados 50.000 puestos de trabajo. «Necesitamos una política macro que acompañe nuestras capacidades», concluyó.
Federico Bazán, ministro de Trabajo, Empleo, Industria y Minería de La Rioja, también participó del panel «Industria y política: cómo volver a crecer», expresando la gran incertidumbre que atraviesa el sector. «Hoy estamos viendo ceses y despidos en nuestra industria textil. El ajuste y la apertura golpean fuerte», afirmó, señalando la dificultad de actuar bajo las actuales medidas económicas.
Emanuel Gainza, secretario de Modernización de Entre Ríos, puso el foco en la transformación digital, afirmando que «dejó de ser opcional; el talento es hoy la principal infraestructura productiva, y el Estado debe promoverlo inteligentemente». Como ejemplo, Gainza explicó que la falta de conectividad en una localidad impide a un comercio usar billeteras virtuales, a una industria certificar para exportar, y a las escuelas brindar igualdad de oportunidades a los niños sin acceso a internet.
Por su parte, Federico Fachinello, ministro de Industria de Misiones, expuso un problema estructural de su provincia: la ausencia de gas de red. «Sin infraestructura nacional clave, no hay desarrollo industrial posible. Necesitamos políticas nacionales que nos integren productivamente», aseguró. El ministro compartió la incertidumbre del sector y señaló que las pymes misioneras compiten en desventaja con empresas de otros países que tienen sistemas impositivos y laborales diferentes.
Ignacio Lamothe, secretario general del Consejo Federal de Inversiones (CFI), aportó una perspectiva clave: «La política tiene que responder qué significa vivir bien en la Argentina. Con educación, trabajo, salud e infraestructura, se puede vivir bien».
Lamothe detalló el proyecto más transformador del CFI: una escuela de formación de cuadros políticos jóvenes en todas las provincias, que los vincule con el sector productivo local, como una apuesta a mediano plazo. También mencionó que desde el CFI elaboran una «hoja de ruta para el desarrollo y una estrategia federal de logística», en cuyo armado deben participar los tomadores de decisiones para asegurar una implementación realista.
La industria no es cosa del pasado
Daniel Schteingart, investigador y director de Planificación Productiva en Fundar, desmitificó la idea de que la industria es cosa del pasado. «La industria es demasiado importante para que no tengamos acuerdos sobre qué hacer con ella: es el 19% del PBI, explica 2.5 millones de empleos y es el 57% de las exportaciones», afirmó.
La industria sigue siendo el gran motor de la innovación tecnológica a nivel global. «No es cosa del pasado; es el motor de la innovación, la productividad y los empleos de calidad», sostuvo. Su relevancia, dijo, se explica por múltiples razones: producir genera soberanía; China está desplazando a las potencias industriales tradicionales; en las tecnologías del futuro, la industria ocupa un rol central; y sigue siendo clave para sostener la riqueza colectiva.
Sin embargo, advirtió: «No hay que producir todo ni de cualquier forma; hay que producir con inteligencia». Esto implica priorizar los sectores estratégicos que generan más riqueza colectiva, salir del péndulo productivo e instaurar una política productiva de Estado que trascienda los gobiernos, poniendo fin a las antinomias entre campo e industria. «Mientras no haya un acuerdo estable, el péndulo va a seguir derribando nuestro futuro», concluyó Schteingart.
Fuente: Eleconomista.com