La minería vive un impulso grande a partir del avance tecnológico, una evolución que trae aparejados una serie de beneficios para las empresas de esta actividad, como el aumento de la productividad y la competitividad, la reducción de la huella ambiental y las mejoras en la transparencia de los proyectos mineros.
En este escenario de digitalización de la minería, la Internet de las cosas (IoT, sigla en inglés) desempeña un papel clave. Si bien la mayoría de las empresas mineras aún están rezagadas en la implementación de esta tecnología, sus proyecciones son alentadoras.
Con la IoT las operaciones mineras mejoran en forma drástica: aumentan la eficiencia y reducen los costos. Las empresas mineras que lideran este proceso demuestran los beneficios tangibles que esta tecnología puede aportar.
Por ejemplo, la perforación autónoma, los camiones sin conductor, los drones para la topografía, las tecnologías portátiles y el mantenimiento predictivo brindan mayor productividad en las operaciones diarias. Además, estas innovaciones conllevan grandes mejoras respecto al cuidado del medio ambiente. Sin embargo, aún hay algunas cuestiones por resolver.
Los desafíos de la minería inteligente
La adopción de tecnologías modernas pone en riesgo algunos empleos tradicionales y el sector comienza a demandar nuevas habilidades. Por lo tanto, la cooperación entre los sectores privado y público será fundamental para garantizar una transición tecnológica que beneficie a los países, las comunidades locales y las empresas.
Otro desafío es la logística y la conectividad, ya que las minas enfrentan serias dificultades de comunicación con los trabajadores y de coordinación de las operaciones. Al desplegar redes como WiFi o 5G, los sensores transmiten información en tiempo real y los supervisores pueden comunicarse con los equipos.
El panorama es evidente: la revolución tecnológica en la minería está en pleno crecimiento, impulsada por la necesidad de operaciones más seguras, eficientes y sostenibles.
Es imprescindible entender que la transformación digital es un recorrido que implica ciertos cambios estructurales importantes: requiere repensar las formas de trabajo, desde cómo mejorar la gestión de sus operaciones hasta la cultura y las capacidades para lograr convertirse en una organización más ágil y receptiva.
Muchas veces este camino requiere del acompañamiento de socios estratégicos, que apalanquen el negocio a través de soluciones tecnológicas. En definitiva, las organizaciones que logren adaptarse y evolucionar con éxito en este nuevo entorno tendrán una ventaja competitiva en el futuro.
Aquellas que no lo hagan, correrán el riesgo de quedarse atrás. Porque es evidente que el futuro de la minería será, sin duda, digital y es mejor estar preparados para lo que viene.
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