Javier Milei volvió a descalificar este domingo las insistentes versiones sobre la profundización de las disputas entre el ala más dura y los funcionarios de perfil más dialoguista de su flamante administración. «Es una estupidez», aseguró -tajante- a pesar de reconocer públicamente la difícil misión que enfrenta su ministro del Interior, Guillermo Francos, de lidiar con «unos cuántos que somos bastante talibanes en la otra línea«, es decir el grupo más intransigente en el cual él mismo se incluyó.
Por si fuera necesario lo ratificó en la inmediata declaración, en la que sostuvo que «no negociará nada«, en alusión a posibles cambios en el mega-decreto o la ley ómnibus que envío al Congreso.
El empeño presidencial por negar las internas en el gabinete resultó llamativo horas después de que trascendió que, por orden de Milei, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, había dispuesto la salida de Horacio Pitrau, virtual subsecretario de Trabajo -su designación nunca fue oficializada-, a raíz de las gestiones encaradas por el funcionario con diversos sectores gremiales para que acompañen la reforma laboral impulsada por el Ejecutivo a través del polémico DNU. «Fue una decisión consensuada», fue la breve explicación de fuentes oficiales sobre el desplazamiento de Pitrau.
Sin embargo, tal como adelantó Clarín la semana pasada, el conflicto del ala dura del Gobierno, donde sobresalen el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el asesor sin cargo Federico Sturzenegger, con el funcionario, pero también con la propia Pettovello y el secretario de Trabajo, Omar Yasín, se agudizó tras la difusión del encuentro de los dialoguistas con Armando Cavalieri, el líder del sindicato más numeroso del sector privado.
La cúpula de Capital Humano logró comprometer al sindicalista con el nuevo sistema indemnizatorio pretendido por Milei, y a cambio activó un dictamen de la Secretaría de Trabajo que validaba la intención de Cavalieri de seguir recaudando las polémicas cuotas solidarias en el sentido inverso en el que se había establecido en el DNU. Los halcones del gabinete exigieron la marcha atrás del dictamen y pidieron la cabeza de los responsables.
Así quedó definido el desplazamiento de Pitrau y con ello el cierre del último canal de diálogo que mantenía el Gobierno con los gremios de la CGT.
«Echaron al más fácil, un fusible. Si corrían a Pettovello o Yasín iba a quedar en evidencia el quiebre en el gabinete», advirtió este domingo a Clarín un referente de la conducción de la central obrera, quién aseguró que ahora no existe ninguna instancia de conversación entre los gremios y la administración libertaria. «Francos es un funcionario sin funciones, aparece desautorizado todo el tiempo. Ahora también Pettovello quedó en el mismo lugar. No hay con quién hablar, es de locos«, remarcó otro dirigente sindical.
Por eso la estrategia diagramada por la conducción sindical de cara a las próximas semanas se concentrará en dos objetivos básicos: por una parte, fortalecer la convocatoria al paro general dispuesto para el próximo 4 de enero y, en paralelo, aceitar las gestiones con los bloques legislativos en la apuesta de sumar masa crítica con vistas al tratamiento parlamentario de la ley ómnibus y el mega-decreto de Milei.
En ese último propósito, los sindicalistas ya agendaron para esta semana una serie de encuentros con la bancada de Hacemos Coalición Federal, el bloque de 23 miembros presidido por Miguel Pichetto en el que confluyen desde la Coalición Cívica, el socialismo y los cordobeses que responden a Juan Schiaretti, y los diputados de la izquierda.
A su vez aceleraron las gestiones para reunirse con la bancada de diputados de la UCR y no descartan -incluso- algún contacto con los legisladores libertarios y el bloque del PRO. Con los referentes parlamentarios de Unión por la Patria las reuniones ya se concretaron.
«Vamos a hablar con todos los sectores que tienen representación parlamentaria porque hay mucha preocupación en la sociedad, muy mal clima y el presidente tiene que entender que no puede seguir provocando al Congreso», advirtió un gremialista.
Fuente: Clarin.com