Vaca Muerta crece, pero enfrenta límites de infraestructura, financiamiento y capital humano que frenan su expansión

Vaca Muerta atraviesa un momento clave. Tras consolidarse como el principal polo energético de la Argentina, la explotación de hidrocarburos de la formación enfrenta un punto de inflexión: los yacimientos, plantas y ductos operan al límite de su capacidad técnica, lo que deja poco margen para aumentar la producción sin nuevas obras de infraestructura. Y el crecimiento hacia la próxima década depende de resolver cuellos de botella estructurales.

En el contexto global, la demanda de energía mantiene un crecimiento sostenido, impulsado por nuevas industrias como la inteligencia artificial y los centros de datos, que según la Agencia Internacional de Energía (IEA) consumirán entre 620 y 1.050 TWh de electricidad en 2026, un volumen similar al consumo total de Japón. Ese aumento, que abre oportunidades exportadoras para la producción argentina, redefine la transición energética: las renovables avanzan, pero no alcanzan por sí solas a cubrir el consumo.

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“El apetito global por energía sigue aumentando. La transición energética ya no es reemplazar fuentes, sino de sumarlas”, explica Ricardo Ferreiro, presidente de Exploración y Producción de Tecpetrol. Según el ejecutivo, para alcanzar los objetivos de producción de 1200 a 1300 millones de barriles diarios hacia 2030, la velocidad dependerá del acceso a financiamiento y de los costos, que impactan no solo la rentabilidad, sino también la disponibilidad de flujo de caja para reinversión.

Nuevas metas de producción

Vaca Muerta aporta ya más de la mitad del crudo y del gas de la Argentina, con operadoras como YPF, Vista, Pan American Energy, Shell y Tecpetrol liderando la expansión. En petróleo, la actividad se concentra en la zona norte y central de la cuenca neuquina. Allí, la producción crece a un ritmo superior al 20% interanual y ya aporta cerca del 60% de la producción nacional.

Un pozo operando en Vaca Muerta
Un pozo operando en Vaca Muertagentileza YPF

En paralelo, el segmento gasífero busca sostener el ritmo de crecimiento alcanzado. Tecpetrol, operadora de Fortín de Piedra, alcanzó picos de 24 millones de metros cúbicos por día, equivalentes al 15% del gas nacional. “Esta etapa requiere capital fresco y financiamiento para seguir ampliando capacidad”, explica Ferreiro. El plan hacia 2027 incluye nuevas perforaciones y módulos de procesamiento para reforzar el abastecimiento interno y potenciar la futura exportación.

Pero el desafío no pasa solo por el desarrollo de pozos, sino por la infraestructura necesaria para transportar la producción. El oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS), con una inversión privada estimada en US$1800 millones, busca ampliar la capacidad de evacuación y aumentar las exportaciones. En paralelo, el sistema de transporte se encuentra al límite. Cada pozo requiere alrededor de 500 camiones de arena —insumo clave para el proceso de fractura hidráulica—, lo que equivale a más de 30.000 viajes mensuales por rutas provinciales. Ese flujo constante de transporte pesado congestiona los accesos a los yacimientos y acelera el deterioro de caminos, situación que pone en evidencia las limitaciones logísticas de la región.

Una red de pymes

En el plano operativo, Guillermo Murphy, director corporativo de Supply Chain Management de Tecpetrol, destaca el rol de la red de pymes locales. “Desde 2018, la presencia de nuestras proveedoras más chicas crece en todas las etapas del proceso. La fábrica de pozos son ellas: más de 20 proveedores nacionales participan en cada perforación”, explica.

El programa ProPymes, que articula 278 compañías dentro de un universo regional, ofrece capacitación y consultoría para mejorar la competitividad. Según Murphy, el 74% de las licitaciones son ganadas por empresas que participan activamente en este circuito, lo que genera un círculo virtuoso de desarrollo local. “Debemos desarrollar tres pilares: recurso humano, infraestructura y condiciones de financiamiento para las pymes nacionales. Si se cumplen estas tres aristas, se incentiva la inversión”, asegura.

"Más de 20 proveedores nacionales participan en cada perforación”, explica Guillermo Murphy.
«Más de 20 proveedores nacionales participan en cada perforación”, explica Guillermo Murphy.

Falta de personal calificado

Aun así, la brecha estructural persiste. “El cuello de botella no es solo la inversión, sino también el capital humano. Falta mano de obra calificada”, coinciden los proveedores consultados. Flowback Consulting Service, especializada en alta presión, asegura que el crecimiento de la industria se sostiene gracias a la capacitación constante.

“La mayoría de nuestro personal es neuquino. Actualmente, tenemos 60 personas trabajando en la empresa, muchos provenientes de la Universidad del Comahue e institutos técnicos”, indica su gerenta, Carina Larrainzar.

Otras firmas, como BMK, que fabrica tableros eléctricos para plantas petroleras, remarcan la dificultad de retener talento: “Capacitamos durante meses, pero muchas veces se van a otras empresas más grandes o al exterior. Para una pyme, ese costo de formación es altísimo”.

En la construcción y mantenimiento de obras de superficie, Altamore e Hijos, una empresa familiar con sede en Neuquén, remarcan que la expansión urbana no acompaña el ritmo de la actividad. “Estamos radicados en el Parque Industrial y hay muchas falencias: infraestructura, servicios, ritmo de expansión. Neuquén es una plaza muy particular, siempre corre detrás del crecimiento. Entran muchas personas por día, y eso genera presión constante. Hay avances, pero siempre falta”, agrega Susana Altamore, gerenta general de la empresa.

El acceso al financiamiento sigue siendo una de las principales limitaciones para las pequeñas y medianas empresas del sector. Las tasas de interés elevadas y las condiciones de crédito restrictivas dificultan la adquisición de equipos y la expansión operativa, lo que obliga a muchas firmas a sostener sus inversiones con capital propio.

Por su parte, Luis Lanziani, Supplier Development Sr. Manager de Tecpetrol, subraya la importancia de la profesionalización del ecosistema local. “La producción centraliza gran parte de la operación en Neuquén, lo que genera desafíos de traslado y alojamiento. Por eso priorizamos la profesionalización de la gente, su capacitación y la inserción laboral local”, señala. Según Lanziani, los principales desafíos son la infraestructura, el recurso humano y los procesos internos. “No se trata de cantidad, sino de calidad y eficiencia”, asegura.

Fuente: Lanación.com

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