Argentina brilla en minería pero está muy atrás en el ranking global

Durante el último tiempo, la minería comenzó a ocupar nuevamente un lugar importante en la economía argentina. Con precios internacionales favorables y una creciente demanda en litio, cobre y oro, el país parecía tener las condiciones para mejorar su posición a nivel internacional. Sin embargo, los datos más recientes demuestran que este potencial aún no adquiere protagonismo. Hay una gran diferencia entre la expectativa por los diferentes proyectos y los números concretos. Esta brecha puede cambiar con las políticas e inventivos correctos.

El sector que aún busca identidad

En todo el mundo, la minería atraviesa un proceso de transformación. Ya no se trata solo de extraer minerales. Hay que hacerlo con eficiencia, sostenibilidad y un alto valor agregado. En este contexto, la Argentina ha logrado captar la atención de las miradas internacionales, sobre todo por sus reservas de litio y cobre. Estos recursos son claves para la transición energética.

Las provincias del norte del país concentran los proyectos más avanzados. Por otro lado, la región cuyana planifica nuevas exploraciones. El crecimiento de la demanda global de baterías eléctricas y tecnologías limpias generó una carrera por asegurarse el suministro de estos minerales que son estratégicos. Así es como Argentina aparece como un actor que puede ser clave. Sin embargo, el interés no siempre se traduce en un impacto económico inmediato. La industria local aún enfrenta algunos desafíos.

Argentina, en el fondo de un ranking que expone su debilidad estructural

En el ranking del Consejo Internacional de Minería y Metales somos el San Marino de la minería. Recientemente, en la publicación del índice de Contribución Minera que mide cuanto pesa la minería en la economía de 110 países, Argentina ocupa el puesto 107. Apenas se encuentra por encima de naciones con escasa tradición minera.

Este ranking combina diversas variables como las exportaciones, el empleo, aportes fiscales y la participación en el PBI. Así, refleja cuánto produce un país y cuánto depende realmente de la minería para su desarrollo. En este sentido, Mongolia, Surinam y la República Democrática del Congo encabezan la lista y Argentina queda muy por detrás, incluso con precios internacionales a niveles históricos. Por ejemplo, en el caso de Mongolia, la minería explica más del 30 % del PBI y cerca del 90 % de las exportaciones, por eso su posición en el ranking es tan alta.

El mayor contraste está con Chile y Perú. En estos países, la minería representa el 10 % del PBI y es una fuente esencial de ingresos. En Argentina, ronda apenas en el 1 % pese al crecimiento de las exportaciones mineras, que en 2024 superaron enormemente su valor. Este índice no mide solo la producción, sino la gestión: cuánto se invierte y como se administran los ingresos del sector. Es ahí donde radica el principal problema argentino.

El RIGI trae inversiones millonarias y una oportunidad única

El Régimen de Inventivos para Grandes Inversiones (RIGI) intenta revertir la situación. Este programa ya concentra US$ 33 876 millones en proyectos presentados y casi el 65 % corresponde a la minería. Dentro de este universo, los proyectos más importantes son los de cobre y litio. Si avanzan según lo previsto, podrían marcar un gran cambio de escala en la actividad.

Pero no todo se traduce en dinero. El verdadero desafío estará en garantizar que esas inversiones se transformen en desarrollo territorial, empleo local y cadenas de producción eficientes. Sin una estrategia de sostenibilidad y transparencia, las oportunidades podrían escaparse. Argentina tiene los minerales valiosos, inversores interesados y un contexto favorable. Lo que le falta es convertir ese potencial en un motor para la economía. El puesto 107 del ranking mundial no es una sentencia pero si una advertencia. El país tiene los ingredientes, solo falta saber combinarlos para obtener mejores resultados. 

Fuente: diario24.com

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