La CGT empezó a convencerse, al menos, de la conveniencia de un fortalecimiento del libertario en la aparente pulseada que sostiene con Mauricio Macri por espacios de poder.
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Corroída por la impaciencia y sin información fiable sobre los primeros pasos de Javier Milei en la gestión, la CGT empezó a convencerse, al menos, de la conveniencia de un fortalecimiento del libertario en la aparente pulseada que sostiene con Mauricio Macri por espacios de poder. Es la sensación generalizada que atraviesa la central obrera y que comparten sus dirigentes en conversaciones individuales en los últimos días, a falta de contactos de alto nivel con la futura administración. La inclinación mayoritaria a favor del futuro Presidente -compatida por referentes de todos los sectores internos- se basa menos en la confianza que les genera su personalidad que en el conocimiento cabal que tienen de Macri y su paso por la jefatura del Ejecutivo entre 2015 y 2019, signado por persecuciones a gremialistas, intervenciones de sindicatos, presiones al fuero laboral, desprecio por la legislación específica e injerencismo en las paritarias, entre otras acciones. Incluso piensan así en el núcleo que resultó más cercano al PRO, la facción de las 62 Organizaciones que en la actualidad lidera el taxista José Ibarra. A falta de una semana para la asunción del gobierno de La Libertad Avanza, anoche en CGT apenas sabían que la cartera de Trabajo (que se prevé caerá de rango a Secretaría) tendrá al frente al abogado laboralista Omar Yasín, de escaso recorrido con los gremialistas y un paso sin sobresaltos por la dirección del Servicio de Conciliación Laboral Obligatorio (Seclo) con Cambiemos. Y que lo secundará el penalista Horacio Pitrau, exsecretario de Empleo de Jorge Triaca en la administración de Macri. La gran incógnita: quién asumirá el control de la llave de los fondos de las obras sociales, hoy bajo el paraguas de la Suiperintendencia de Salud, en los hechos bajo monitoreo de la propia central sindical. El único portavoz libertario que abrió su teléfono para el sindicalismo fue Guillermo Francos, con roce con varios de ellos por su paso por el Banco Provincia en el peronismo. Fue el político que recibió a integrantes de la “mesa chica” de CGT durante la campaña y el que se mantuvo al habla con ellos luego del triunfo. El mismo que les refirió antes que nadie que Macri terminaría volcado a favor de Milei -como reveló este diario el 6 de octubre, antes de la primera vuelta- y el que en las últimas horas les dio cuenta de un alza en la tensión con el expresidente por el organigrama del próximo Congreso. Las apuestas por Milei replican en al menos un punto la inicial afinidad que algunos gremialistas tuvieron con Macri en 2015: entonces suponían que un Presidente no peronista necesitaría de dirigentes experimentados para asegurarse la gobernabilidad, una fórmula que tuvo recorrido los primeros meses de aquel mandato pero que rápidamente se derritió con los avances del entonces mandatario contra las estructuras del sindicalismo. La nominación de dos relativos desconocidos para Trabajo, la falta de señales sobre el manejo de las obras sociales y declaraciones contradictorias del propio Milei (cuando tropezó a la hora de sindicar a la dirigencia como “casta” o no y si les pondría límites a sus facultades) alimentaron la percepción de virginidad política que campea en los sindicatos respecto de LLA. En un hipotético escenario con Macri corrido, la CGT alimenta la esperanza de rodear al próximo mandatario para fortalecerlo y al mismo tiempo desviarlo de metas que los incomodan como la reducción de las dotaciones de personal del Estado, la privatización de empresas públicas o una amputación sin anestesia de la obra de infraestrctura que tiene pendiente el Gobierno.
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