La Reserva Federal se da un respiro, la economía no afloja y la política, mejor que sí lo haga

La decisión de junio, dijo el gran jefe, Jay Powell, se tomará en junio. A buen entendedor, el comunicado ya no anticipa nuevos aumentos de tasa. Adiós «forward guidance». Será la última suba de tasas si la data no exige otra cosa.

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  • La Fed desplegó el ritual que estaba previsto. Despachó la décima suba de tasas desde marzo 2022. Un magro cuarto de punto la instaló en la cima adonde quería llegar: 5,25%. Sin aspavientos, ceremonia de coronación ni siquiera declaración de pausa oficial. La decisión de junio, dijo el gran jefe, Jay Powell, se tomará en junio. A buen entendedor, el comunicado ya no anticipa nuevos aumentos de tasa. Adiós “forward guidance”. Será la última suba de tasas si la data no exige otra cosa.

    La crisis de la banca regional resucitó como un azote tras el cierre de First Republic (FR), muerto en vida desde marzo pero tardíamente sepultado por la corporación del seguro de los depósitos, la FDIC. Antes habían volcado SVB y Signature. ¿Esto termina acá o recién comienza? En 2008, Bear Stearns capotó en marzo y Lehman, el plato indigesto, recién en septiembre. ¿La historia se repite? No. La agitación no rozó a los bancos grandes. El vía crucis es de bancos regionales, y los tres que cayeron eran los de mayor tamaño. La fuga de depósitos se frenó. No hay un crescendo de créditos en mal estado. Y como las tasas largas bajaron fuerte, también las pérdidas no realizadas por el descalce de plazos. FR chocó contra el iceberg fatal en marzo. Pero diferir el desenlace causó la impresión de una crisis que después de negarse irrumpe con saña recargada. De ahí lo feroz del contagio. Y acá sí la historia se repite. Se corre contra las acciones y se va volteando bancos en fila india. Es la mecánica que asfixió a la banca de inversión en 2008. Entonces, de a uno por turno. Como los bancos regionales se cuentan por centenas, se los ataca por lotes. Las ventas en descubierto hacen añicos las cotizaciones. ¿Son los fundamentos, que no están a la vista, o es una cacería coordinada que precipita el dominó? Lo único que se ve son los precios en pantalla. Y la fe colapsa cuando el rojo trepa de menos 25% a menos 35% y hasta menos 60%. Si se miran los bonos de las mismas firmas el daño no es cuantioso. Las tasas interbancarias no se dispararon, otra disociación. El propio Powell ponderó la solidez del sistema antes de subir la tasa. Pero en FR había gato encerrado y nadie dijo nada. ¿Cómo sobrevivir al asedio tenaz más allá de la liquidez que provee la Fed? La corrida contra el capital es un corrosivo que arruina todo negocio basado en la confianza. Urge, pues, cortar por lo sano. Separar la paja del trigo, y velar para que los mercados funcionen correctamente. Que penalicen la cizaña y no arrasen el grano.

    Al Congreso llegó carta de Janet Yellen. El Tesoro cree que no podrá satisfacer todas las obligaciones del Gobierno más allá de comienzos de junio sin colisionar contra el techo de la deuda pública. La política debería correr o suspender el límite. Pero ese es el problema. Los mercados no temen el default de la deuda, sí una crisis de nervios. La experiencia de 2011 -cuando S&P rebajó la calificación AAA- es que la factura la paga la Bolsa (aquella vez, con una caída al borde mismo del mercado bear).

    Crisis bancaria regional, contracción del crédito privado y estrés de la deuda pública, ¿por qué la Fed sube las tasas? ¿No ve el desastre que se avecina? Mejor que hable la economía real. Y lo hizo, el viernes, a viva voz. EE.UU. sumó 253 mil nuevos puestos de trabajo en abril. La tasa de desempleo se hundió a 3,4%, menos que cuando regían las tasas cero (y de cualquier otro registro de los últimos 53 años). La briosa creación de empleo se desacelera al gusto de la Fed, pero todavía en un marco de inflación muy alta. Es el camino de cornisa que hay que transitar, con cuidado, sabiendo que no tiene banquina. La economía no se toma respiro pero la Fed está para ensayar una pausa atenta. ¿Qué saca Wall Street en limpio? Que todavía no es tiempo para proezas. No obstante, ni el S&P ni el Nasdaq abandonan su avanzada. Los malos balances traen sorpresas favorables. No es un milagro, es el fruto del trabajo (como dice el informe laboral). El crunch creditico es un problema solo del Russell 2000. O sea, del nexo entre la banca regional y las compañías chicas. Si hay un peligro inminente es la política. Es decir, no inquieta la actividad económica; sino la inactividad del Congreso. Wall Street sabe destrabar la intransigencia de demócratas y republicanos, pero no sin poner el cuerpo. En los casos extremos, su caída vertical fue siempre santo remedio.

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