Por la sequía, se proyecta que los tres principales cultivos dejen un 57% de las 116,2 millones de toneladas del ciclo previo. Además, el efecto sobre el sector productivo, en la industria aceitera y el transporte de cargas
La sequía se ha convertido en un golpe histórico que dejó endeble a la actividad agropecuaria, arrasando con la inversión multimillonaria para la campaña agrícola actual y que podría afectar de manera severa la cadena de pagos del sector y poniendo en una situación financiera sumamente riesgosa a los productores, que tienen por delante un futuro todavía incierto. Desde el Gobierno buscan mitigar el brutal impacto en la economía, calculado por el momento en USD 20.000 millones, y en términos productivos una merma de casi 50 millones de toneladas en la cosecha de soja, maíz y trigo, en comparación con la campaña pasada.
Hay que recordar, que en el ciclo productivo anterior los tres cultivos mencionados alcanzaron una cosecha total de 116,2 millones de toneladas, cuando las proyecciones de la Bolsa de Comercio Rosario (BCR) para el presente año son de 66,5 millones de toneladas. Es decir, una caída de 49, 7 millones de toneladas. En la actual campaña, los datos aportados por la entidad son de 11,5 millones de toneladas en trigo, el maíz aportaría 32 millones de toneladas y la soja 23 millones de toneladas.
“Estamos en presencia de una sequía absolutamente inédita para Argentina. En precipitaciones pluviales estamos prácticamente en los peores registros de los últimos 35 años y transitamos el inicio de enero con indicadores que daban muestras de fenómenos climáticos que no tenían antecedente en los últimos 60 años. Esto ha sido una verdadera bomba sobre la economía argentina”, destacó el responsable de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, Julio Calzada.
Según marcó Calzada, en los tres principales granos, como lo son la soja, el maíz y el trigo, el impacto de la falta de lluvias combinado con otras inclemencias climáticas fue muy fuerte. Así, al principio de la campaña se esperaba una producción de la oleaginosa de entre 46 y 49 millones de toneladas, y hoy se esperan 23 millones, aunque “es probable que tengamos menos”. En el caso del trigo, la cosecha se desplomó de 23 a 11,5 millones de toneladas y, por el lado del maíz, pasó de proyectarse 54 millones de toneladas a estimar una trilla de 32 millones de toneladas, por el momento.
Semejante debacle significó un poderoso golpe para el sector productivo, que vio cómo los USD 13.000 millones que se invirtieron en semillas, fertilizantes, agroquímicos y labores para la producción de los principales granos se hicieron añicos, ya que se espera que las pérdidas de la actividad se ubiquen entre los USD 15.000 y USD 16.000 millones. “Se perdió lo que se iba a colocar sobre los campos argentinos, lo que se iba a implantar a lo largo de un año”, marcó Calzada.
Asimismo, el economista de la BCR puntualizó que “la cadena de pagos todavía no empezó a sentir los cimbronazos” y que, ante tal situación existe un “enfoque de solidaridad en general de la cadena de tratar de darse una mano y esperar la revancha con el trigo que viene”, a pesar de que por falta de humedad, todavía las previsiones no son muy buenas. No obstante, el agro espera unos USD 4.500 millones del cereal que “tiene que aceptar un poquito esta cadena sobre noviembre, diciembre y después esperar la soja y el maíz”.
Impacto nacional
Medido el impacto provisorio para el sector, el costo calculado por Calzada para la economía nacional asciende a USD 20.000 millones, en el marco de un Producto Bruto Interno (PBI) estimado para este año de USD 650.000 millones, lo cual considera como “un golpe enorme”, a lo que se suma una merma en la recaudación de USD 7.000 millones. Es por eso que Calzada entiende que “este es un año complejo. Hay que tratar de estar lo más tranquilo posible y a la economía hay que tratar de darle la menor cantidad de noticias malas para transitar este año y esperar que la campaña que viene sea buena”.
No obstante, el impacto directo en el interior del país por las mermas productivas sería mayor a lo que podrían percibir las grandes urbes. “Al interior profundo, a la ruralidad, le pega de todos lados. Por ejemplo, en los costos forrajeros enormes en las cadenas de ganado y carne, con una tarea intensa de parte de los productores de cerdos y pollos para tratar de conseguir los granos. Asimismo, van a faltar 50 millones de toneladas de granos entre soja, trigo y maíz, que son 1,7 millones de camiones menos, además de una caída en el consumo de gasoil, ventas de insumos en los pueblos y de los prestadores de servicios de almacenaje y acondicionamiento”, detalló Calzada entre otros puntos de afectación.
Pero a una de las ramas que más golpea esta situación es al complejo sojero, sobre todo su parte industrial y de exportación, sector clave para la economía argentina. “La Argentina tiene un complejo industrial oleaginoso, que es uno de los más importantes a nivel mundial. En el Gran Rosario tenemos concentradas unas 20 fábricas aceiteras y 31 terminales portuarias, de las cuales 21 despachan mercadería. No hay otro lugar en el mundo donde haya tantas fábricas, tantos puertos. Todo ese complejo está en condiciones de moler entre 66 a 68 millones de toneladas de soja. Nosotros este año tenemos menos de 23 millones”, detalló Calzada.
Eso implica que la utilización de la capacidad instalada del polo industrial más importante del país se encuentre entre el 30%y 40%. “De allí que se trae mercadería desde Paraguay y de Brasil. Pero hay un golpe productivo de una inactividad muy fuerte, que es, precisamente, por no tener esa mercadería. Y ahí hay costos fijos y costos variables en una producción mucho menor. Es un año complejo, creo que hay que ser lo más equilibrado posible para poder transitarlo de la mejor manera y comprender que las dificultades que estamos teniendo son reales”.
Puertos, camiones y trenes
Por su parte, el integrante de la Comisión de Transporte y Logística de la BCR, Alfredo Sesé, puso de manifiesto el impacto que tendrá también en los puertos, que está generalmente asociada a la actividad de la industria de molienda. En este sentido, planteó que “en un año normal hay 2.700 buques, 1,9 millones de camiones, 250.000 vagones, que implica más o menos 11 millones de toneladas de carga por vagón, y 50 y pico de millones de toneladas por camión, más lo que entra por barcaza. Este año vamos a haber disminuido la cantidad de camiones en el primer trimestre un 60%”.
En un reportaje publicado por el portal Bichos de Campo, Sesé aseguró que esa disminución ya se está viendo y que en el caso del ferrocarril, que es un poco más estable, la merma en la actividad es del 30% menos. “Este año vamos a tener por supuesto menos buques que vienen a cargar. Aunque hemos recibido ya varios buques trayendo soja de Brasil, buques de ultramar que entran por el mar, el Río de la Plata y suben el Río Paraná para traer soja brasileña a procesar en las plantas de la Argentina. Es una catástrofe, no solo económica sino también laboral. Las empresas se verán obligadas a sostener sus costos fijos con la mitad del trabajo”.
En este sentido, indicó que en estos días, cuando se produce el aluvión de camiones hacia los puertos por la cosecha de maíz de primera y soja, se nota la importante caída en la circulación del transporte de cargas. A modo de ejemplo, contó que un tramo de la circunvalación que rodea a Rosario que usualmente en época de cosecha lleva más de una hora en realizarse, en estos momentos se hace en 40 minutos. “No había camiones. Eso es lo más significativo que creo que tenemos que tomar conciencia. Este año habrá la menor cantidad de buques de los últimos 20 años. Solo estuvieron más abajo el año 2000, el 2001, el 2002 y el 2014, que también hubo un problema climático. Estamos hablando de una caída muy significativa”, marcó el especialista.
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